A mi regreso de la Argentina, donde culminé mis estudios en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, me crucé casualmente con mi viejo amigo Roberto Reece. En nuestra informal charla, aparte de ponernos al día respecto a las actividades de cada cual, deploramos la poca presencia que el arte lírico tenía por ese entonces en la radio ecuatoriana. Decidimos hacer algo al respecto. Nos dirigimos a Diego Oquendo Sánchez, que con el curso del tiempo pasó a ser un entrañable amigo personal, con la idea de realizar un programa en Visión dedicado a la voz humana. Fue así como nació nuestro "homenaje al instrumento perfecto", cubriendo no solamente el canto lírico, sino también otras expresiones musicales en las cuales la voz humana sea manejada con maestría.
La emisión tuvo un éxito espectacular. Diego Oquedo Silva, conocido comentarista y director de la emisora, manifestó que no recordaba de otro programa que, ya desde su primera emisión, hubiese generado la expectativa de Grandes Voces. Pese al alejamiento de Roberto, que no pudo seguir acompañándome con su solvencia y su simpatía en la conducción, las transmisiones continuaron y desembocaron, entre otras cosas, en las primeras transmisiones de opera en vivo en la historia de la radiofonía ecuatoriana: unas adaptaciones radiofónicas especialmente realizadas al efecto, imitando el estilo de las antiguas "radionovelas", a las que Diego Oquendo Sánchez bautizó como Radióperas.
Programa de mano de El murciélago de Strauss, la primera "Radiópera", transmitida el 25 de julio de 1997. Aprovechando que la radio se mudaba, derrumbamos una pared a fin de ubicar a todos los participantes.
Más adelante, fueron mis propias actividades artísticas y mis viajes los que impidieron que continuara con el programa. Otras realizaciones, de breve duración, fueron Galas de la ópera, con su divertido "entremés" La taberna de Lutero, y Ópera para todos en la extinta Radio Vivaldi. Sin embargo, ninguna alcanzó la repercusión de la propuesta original.
Eso sí, el "bichito de la radio", o por lo menos el de la "comunicación", da vueltas aún por mis venas. Son varias las ocasiones he pensado utilizar los medios electrónicos a fin de volver, si no "al aire", al menos "on-line", haciendo de la increíble riqueza que esta red global de comunicación pone a nuestro alcance, por ejemplo, a través de los muchas grabaciones que con tanta generosidad se difunden a través de YouTube y otras páginas cibernéticas.
Finalmente, me he decidido por este medio: la bitácora electrónica. Permite ella conciliar mi apretada agenda con las “transmisiones”: éstas que pueden efectuarse con la irregularidad del caso, adaptándose a los extraños horarios que rigen mi actividad artística. La libertad que me ofrece el formato es mayor, incluso, que si debiera “locutar” este blog mediante una radio de Internet. Es de esperar que quienes visiten esta publicación no se desanimen por su falta de periodicidad y la visiten con alguna frecuencia, dejando, si fuera el caso, algún comentario, que será muy apreciado.
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